La peor parte de la contaminación, a diferencia del sol, es que es inevitable. La contaminación es una de las principales fuentes de daño a la piel porque las toxinas en el aire hacen que la piel envejezca prematuramente, especialmente en la cara, el cuello y las manos.
El smog, la suciedad y el polvo en el aire pueden obstruir los poros, causar acné y dar a la piel un aspecto opaco y gris. Los radicales libres pueden agotar el oxígeno en las células de la piel y disminuir la producción de colágeno, lo que produce arrugas, líneas finas y parches ásperos y secos.
El exceso de liberación de estos radicales libres puede crear un proceso conocido como estrés oxidativo que a su vez acelera el proceso de envejecimiento.
La investigación ha demostrado que los hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP) que se unen a las nanopartículas en el aire de la contaminación se convierten en quinonas. Estas quinonas son los químicos del ciclo redox que a su vez producen especies de oxígeno reactivo (ROS), que resultan en el mismo tipo de envejecimiento de la piel que se ve con la exposición crónica a la luz ultravioleta.
Las quinonas no solo envejecen prematuramente la piel creando ROS, sino que también se cree que son una fuerza impulsora detrás de la pigmentación, que en sí misma puede considerarse otra forma de envejecimiento de la piel.
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