¿Qué estudios revisados ​​por pares o respetados existen con respecto a los posibles efectos secundarios psicológicos de edulcorantes artificiales como la sucralosa, el aspartamo y la sacarina?

Lau et al. (2006) investigaron cómo las diferentes combinaciones de aspartamo, los colorantes alimentarios Brilliant Blue y Quinoline Yellow, y el ácido glutámico, afectaban las neuronas del CNS in vitro. Los investigadores observaron la destrucción sinérgica de los tratamientos que contienen aspartamo, pero (1) el aspartamo se consideró el menos potente incluso en concentraciones diez veces mayores que el percentil 99 del consumo; y (2) el aspartamo intacto nunca entra en contacto con el SNC porque se metaboliza en el tracto gastrointestinal en sus partes constituyentes. Por lo tanto, el estudio no proporcionó información útil sobre la supuesta neurotoxicidad del aspartame.

Koehler y Glaros (1988) y Van Den Eeden et al. (1994) ofrecieron su investigación como respaldo de afirmaciones de que el aspartame aumenta la frecuencia (pero no la duración o intensidad de los dolores de cabeza), pero sus tamaños de muestra eran tan pequeños que las diferencias entre los grupos control y experimental podían atribuirse a uno o tres sujetos. Sus conclusiones carecen de suficiente poder. Por otro lado, Schiffman et al. (1987), Leon et al. (1989) y Souers et al. (1988); los últimos estudios fueron más fuertes en diseño.

La actividad de ataque fue evaluada por Shaywitz et al (1995) y Rowan et al. (1995) Ambos grupos de investigadores no encontraron diferencias en la frecuencia de las convulsiones o la actividad de las ondas EEG para ningún nivel de exposición al aspartame. Camfield et al. (1992) encontraron cambios en la actividad del EEG en los niños, pero (1) una vez más, el tamaño de la muestra fue muy pequeño; (2) la actividad de EEG basal no se midió suficientemente; y (3) usaron azúcar como un placebo, que a su vez afecta la actividad del EEG.

Los estudios realizados por los siguientes investigadores no encontraron impacto de dosis normales a masivas de aspartamo en el estado de ánimo, el comportamiento y el rendimiento cognitivo: Wolraich et al. (1985); Ferguson, Stoddart y Simeon (1986); Milich y Pelham (1986); Kruesi et al. (1987); Ryan-Harshman, Leiter y Anderson (1987); Leiberman et al. (1988); Lapierre et al. (1990); Saravis et al. (1990); Stokes et al. (1991); Shaywitz et al. (1994b); Trefz et al. (1994); y Spires et al. (1998)

Estoy seguro de que parece extraño que yo sepa toda esta investigación. La información anterior se extrae de un proyecto de posgrado que hice con algunos otros estudiantes en programas de nutrición y salud pública. Decidimos llegar al fondo de la controversia sobre el aspartame ya que las preguntas sobre el tema son increíblemente comunes. Tenga en cuenta que entramos en este proyecto con la esperanza genuina de descubrir la verdad, de poder responder a las preguntas del público con confianza. Toda la buena evidencia apunta a la seguridad del aspartame en una variedad de problemas de salud.

Aquí hay un artículo reciente:
Edulcorantes artificiales ligados a la obesidad, diabetes tipo 2

Fuentes citadas en el artículo:

  • El Laboratorio John B. Pierce “Dana Small, PhD
  • PSY – Salud y Ciencias Humanas – Susan Swithers
  • Consumo de bebidas endulzadas con azúcar y azúcar artificial y diabetes tipo 2 incidente en la Etude Epidémiologique auprès des femmes de la Mutuelle Générale de l’Education Nationale-European Prospective Investigation in Cancer and Nutrition cohort