La investigación emergente muestra que la frecuencia, el momento y la COMPOSICIÓN de las comidas (que no se mencionaron) pueden desempeñar un papel muy importante en la forma en que el cuerpo metabaliza y usa o almacena energía de los alimentos.
Comer con más frecuencia mantiene la insulina alta todo el día, lo que tiene muchas consecuencias negativas para la salud y la composición corporal.
Además, consumir las mismas calorías al final del día resultó en una mayor cantidad de grasa corporal que en consumir las mismas calorías todo el día.
Además, se ha demostrado que las acciones anteriores se ven muy afectadas por la composición de macronutrientes de la ingesta de alimentos previa. Por ejemplo, se comprobó que consumir una insulina que provocaba comida en la comida después de una comida rica en grasas reducía la insulina estimulada por esa comida.
Así que comer menos comidas, comerlas más juntas (o incluso una comida al día OMAD) y comer más temprano en el día (ayuda con la sincronización del ritmo circadiano), todas las investigaciones emergentes parecen ser “mejores”.