Solía ser mucho menos tolerante con esto de lo que estoy ahora. Le pedía fríamente al estudiante que se fuera si mi clase era tan aburrida.
Desde entonces, he leído sobre los problemas que los adolescentes tienen con el sueño: necesitan más que otras personas, en un momento en que sus vidas les exigen que los priven del sueño.
Y mis estudiantes adultos de la comunidad universitaria a menudo están quemando la vela en ambos extremos con la escuela, el trabajo y la familia, lo que da tres posibilidades, que una vela ni siquiera tiene.
Esto me vino a la mente hace unos diez años cuando pensé que un estudiante no estaba prestando atención o haciendo mucho esfuerzo. Luego tuve un vuelo retrasado que me aterrizó en mi aeropuerto local a las tres de la mañana, y me encontré con él allí, trabajando como guardia de seguridad. Resultó que estaba trabajando en el turno de noche y luego venía a mi clase por la mañana antes de irse a su casa a la cama.
Ahora soy más comprensivo de lo que solía ser.
