Correr implica que nuestros pies golpeen repetitivamente el suelo, absorbiendo el impacto a través de nuestro pie hasta las rodillas y la espalda baja. Cuando nuestros pies golpean una superficie dura como el hormigón, el suelo no absorbe ninguna de las sacudidas; en cambio, esta vibración se refleja a través del pie a una mayor intensidad. Durante un período de tiempo, el impacto de correr sobre superficies duras puede traducirse en un mayor riesgo de lesiones.
Con frecuencia, correr sobre superficies duras puede provocar inflamación como la tendinitis de Aquiles, una afección en la que el tendón que conecta el hueso del talón con la parte inferior de la pierna se inflama y causa dolor en el talón. Las superficies duras también pueden causar tablillas en la espinilla, una inflamación de los tendones y músculos en la parte delantera y externa de la pierna
