¿Acaso el argumento de que la gente muy pobre tiene su juicio nublado por la desnutrición soporta el escrutinio científico?

Se han realizado estudios que demuestran que la malnutrición dificulta las capacidades cognitivas. El cerebro, como el cuerpo, necesita ser nutrido y nutrido, y lo que se come determina hasta cierto punto la salud del cerebro.
El cerebro obtiene aproximadamente el 20% del flujo sanguíneo del cuerpo. Una parte aún mayor del total de nutrientes consumidos se usa para la función cerebral. La dieta tiene un impacto significativo en la nutrición del cerebro que a su vez afecta la inteligencia, el poder mental y la memoria que son productos de la función cerebral.
La menor energía y la función deteriorada del cerebro también representan la espiral descendente de la desnutrición, ya que las víctimas son menos capaces de realizar las tareas que necesitan para adquirir alimentos, obtener un ingreso o obtener una educación.
Descubrí que esto era cierto cuando trabajaba con personas que habían estado desnutridas la mayor parte de sus vidas. Un joven en particular (vamos a llamarlo Bob) tenía una personalidad sociable y soleada y fue empleado por un amigo mío. Bob dejó la escuela con muy malas notas ya que durante su niñez habría días en que la familia no tenía nada para comer, por lo que la madre entrenó a los 4 niños para que durmieran y así no sintieran hambre. (Otras personas pensaban que eran perezosos porque dormían mucho.) Sabía que Bob no tendría la oportunidad de encontrar un trabajo debido a su falta de educación y habilidades, por lo que fue aceptado a un nivel bastante inferior como apilador de estantes . Cuando comenzó a trabajar, parecía incapaz de pensar o encontrar soluciones a problemas muy simples, sin importar lo ansioso que estuviera por hacerlo. Lo pusieron en un curso de suplementos nutricionales intensivos y en cuestión de días la diferencia fue asombrosa. No solo era mucho más feliz, sino que se mostró como un joven inteligente y competente.
Después de esto, apliqué la idea a los jóvenes que vinieron al centro juvenil en mi proyecto en un campamento de ocupantes ilegales. Creamos un comedor de beneficencia y repartimos suplementos nutricionales también. Los cambios ocurrieron no solo en sus personalidades porque parecían más felices, participaban en actividades, sino que también se ofrecían como voluntarios para limpiar el área.
Otra triste cosa que noté fue con respecto a la lonchera del trabajador promedio. Parece que un trozo de pan blanco y una coca es ahora el menú básico para los trabajadores en una escala salarial baja.
Si Sudáfrica no comienza a educar a las personas sobre cultivar sus propios alimentos y centrarse en la nutrición de los niños, entonces los problemas que experimentamos en la actualidad que son causados ​​por la pobreza crecerán exponencialmente.