Siempre es así: mientras que comer es una elección consciente, el acto de comer puede tomarse lentamente. Durante ese período “lento”, las personas encuentran la necesidad de “llenar el vacío”: falta algo, así que aquí viene el teléfono. Este patrón se desarrolla sin su aviso y con el tiempo se convierten en su hábito.
El desarrollo de las redes sociales en cierta medida contribuye en gran medida a esta alimentación sin sentido.