El aceite de linaza proporciona una mayor concentración de ácidos grasos omega-3, en comparación con la semilla en sí misma. Los omega-3 se usan en el cuerpo para producir prostaglandinas antiinflamatorias, moléculas similares a las hormonas que disminuyen la inflamación. Un estudio en el Journal of Nutrition, encontró que el ácido alfa linoleico, el tipo de omega-3 que se encuentra en el lino, ayuda a reducir la pérdida ósea. También se ha demostrado que estas mismas grasas disminuyen el riesgo de enfermedad cardíaca, ciertos cánceres y diabetes. La linaza también se cree que ayuda a prevenir y controlar la presión arterial alta, que a su vez puede reducir el riesgo de un accidente cerebrovascular.
Es importante tener en cuenta que hay un ligero efecto estrogénico en el aceite en sí. El aceite puede estar contraindicado en cánceres sensibles a estrógenos. Sin embargo, consumir las semillas molidas puede no tener los mismos efectos debido a los lignanos que se encuentran en toda la fuente de alimentos. Los lignanos se convierten en 2 sustancias similares a las hormonas, enterolactona y enterodiol, por las bacterias que se encuentran en el intestino. Se cree que estos protegen contra el cáncer de mama. Comer semillas de lino enteras también proporciona fibra extra, que no encontrarás solo en el aceite.