La investigación muestra más que no obtenemos suficiente sueño de calidad a medida que envejecemos. Todavía necesitamos la misma cantidad de buen sueño: más de 7 horas pero tenemos mayor dificultad para conseguirlo. A medida que envejecemos, más adultos buscan alivio con pastillas para dormir que generalmente empeoran la situación en lugar de ayudar. Las vejigas se vuelven más débiles, lo que significa más viajes al baño que fragmenta el sueño y reduce la cantidad de tiempo que dormimos bien en la cama. También es sabido que nuestro confiable reloj central, nuestro conductor de ritmo circadiano, no maneja con tanta fuerza nuestros tiempos de sueño, así que a medida que envejecemos hay una tendencia a la dosificación en diferentes momentos durante el día, lo que reduce la eficiencia general del sueño nocturno.
Resumiendo, necesitamos dormir tanto como envejecemos, pero tenemos mayor dificultad para lograrlo.
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