Un hombre comió casi sin grasa durante 60 días y comió una gran cantidad de alimentos ricos en hidratos de carbono y se le diagnosticó una enfermedad de hígado graso. ¿Cuáles son las lecciones que la gente debería sacar de esto, si es que hay alguna? ¿Es esto solo un truco sensacional para una película o son las lecciones reales?

Sí, es cierto y está relacionado con el manejo del cuerpo de la fructosa, la otra parte del azúcar que se metaboliza solo en el hígado.

El cuerpo humano maneja la glucosa y la fructosa, los azúcares más abundantes en nuestra dieta, de diferentes maneras. Virtualmente cada célula en el cuerpo puede descomponer la glucosa para obtener energía. Los únicos que pueden manejar la fructosa son las células del hígado. Lo que el hígado hace con la fructosa, especialmente cuando hay demasiada en la dieta, tiene consecuencias potencialmente peligrosas para el hígado, las arterias y el corazón.

La fructosa, también llamada azúcar de la fruta, fue alguna vez una parte menor de nuestra dieta, la mayor parte por el consumo de frutas y verduras. En la actualidad, tenemos un promedio de cuatro o cinco veces esa cantidad, casi todo de los azúcares refinados utilizados para hacer cereales de desayuno, pasteles, gaseosas, bebidas de frutas y otros alimentos y bebidas dulces.
El azúcar refinado, llamado sacarosa, es mitad glucosa y mitad fructosa. El jarabe de maíz con alto contenido de fructosa es aproximadamente 55% de fructosa y 45% de glucosa.

De la fructosa a la grasa

La entrada de fructosa en el hígado inicia una serie de transformaciones químicas complejas. Un cambio notable es que el hígado usa fructosa, un carbohidrato, para crear grasa. Este proceso se llama lipogénesis. Dale al hígado suficiente fructosa, y pequeñas gotas de grasa comienzan a acumularse en las células del hígado. Esta acumulación se llama enfermedad del hígado graso no alcohólico, porque se ve igual a lo que sucede en el hígado de las personas que beben demasiado alcohol.

Al principio, la enfermedad del hígado graso no alcohólico es reversible. En algún momento, sin embargo, el hígado puede inflamarse. Esto puede causar el daño de bajo grado conocido como esteatohepatitis no alcohólica ( esteato que significa grasa y hepatitis que significa inflamación del hígado). Si la inflamación se vuelve severa, puede conducir a cirrosis, una acumulación de tejido cicatricial y la posterior degeneración de la función hepática.