El sonido de mi familia durmiendo: mi esposa, gime (un staccato, Uh!); mis conversaciones más jóvenes (Ra Ra deja de hacer dat) y mis suspiros más antiguos (whoooaaaaahhhhhh).
A esta sinfonía agrego el sonido de las almohadas que están dispuestas para apoyar cómodamente mi espalda cuando comienzo mi meditación matutina.