La capacidad de preparar alimentos, seguir una receta y las instalaciones disponibles, puede tener un impacto en las elecciones de alimentos de las personas. Si una persona se vuelve dependiente de alimentos que requieren una preparación mínima, o alimentos preparados para ellos, pone una restricción en su elección de tal manera que los consumidores estarán cada vez más desconectados de la preparación de alimentos. Dado que se sabe que la nutrición juega un papel importante en la salud, la preparación de los alimentos y las habilidades de cocina tienen el potencial de afectar el bienestar y la salud.
La investigación también se ha centrado en las habilidades de cocina como un factor en las diferencias dietéticas socioeconómicas. Los estudios en el Reino Unido e Irlanda han demostrado una asociación entre la ocupación o el nivel socioeconómico y las habilidades o la confianza para cocinar, y sugirieron que la falta de confianza y la falta de habilidades culinarias contribuyen a la baja ingesta de frutas y verduras de grupos socioeconómicos bajos. Otros estudios europeos sugieren que las intervenciones dirigidas a las habilidades de cocina podrían ser una estrategia efectiva para promover una alimentación saludable.
