No hay absolutamente nada de malo en comer huesos de pescado. Incluso puedes obtener un poco de calcio de ellos.
El problema es que son desagradables. No tienen una agradable sensación en la boca, y al ser largos y algo rígidos, pueden atorarse en la garganta. Eso no es “asfixia” en el sentido de que no puedes respirar, pero puede ser incómodo y difícil de desalojar. En el peor de los casos, existe la posibilidad de rascarse el esófago, aunque no es muy probable.
Los huesos de peces pequeños (anchoas, sardinas, etc.) se comen regularmente sin efectos nocivos. Incluso hay recetas para cocinar solo los huesos, haciéndolos crujientes y sabrosos. Si le gusta comer los huesos de la caballa, no le hará ningún daño (al menos, no hay mayor riesgo que comer cualquier otra cosa).
