El único salmón liofilizado que he visto son los cubos que compro para mi perro, así que no estoy seguro de que sean esos. Pero si este salmón en caja es salvaje, el salmón de Alaska es cien veces mejor que el cultivado, que comprende el 90% del mercado aquí en los Estados Unidos (80% en todo el mundo).
En lugar de surcar el océano y saltar por arroyos rocosos, el salmón cultivado pasa tres años dando vueltas en corrales llenos de redes y engordando con gránulos de proteína de salmón. Se vacunan como crías contra las enfermedades que corren desenfrenadas a través de sus corrales, se les administran antibióticos para protegerse de las infecciones y se les alimentan con pesticidas para eliminar los piojos de mar chupadores de sangre. Y por ese tono rosado intenso se les da una dieta constante de pigmento sintético. Sin él, la carne de estos salmones enjaulados sería un gris pálido poco apetecible.