La mayoría de la radiación infrarroja no es visible y puede afectar a una persona sin su conocimiento. Del mismo modo, algunas radiaciones no son ni calientes ni coloreadas, lo que dificulta su detección y evitación.
En el espectro electromagnético, los rayos infrarrojos están justo debajo de la luz roja visible. Muchos objetos, incluidas lámparas, llamas, estrellas y otros elementos calientes, emiten estos rayos. Se usan más comúnmente en teléfonos móviles, en controles remotos para televisores y en otros dispositivos de comunicación de corto alcance. Además, los fisioterapeutas usan tecnología infrarroja para ayudar a la curación de las lesiones de los atletas.
Las armas modernas tienen detectores de infrarrojos diseñados para detectar objetivos, particularmente de noche. Aunque la exposición ocasional a estos rayos no es suficiente para causar peligro, el contacto diario puede causar problemas de salud a largo plazo. Los empleados que trabajan para empresas involucradas en la producción masiva de láseres y lámparas de calor tienen un mayor riesgo de experimentar efectos adversos debido a la exposición. Estos rayos pueden alterar las células del cuerpo, penetrar el ADN y causar cáncer. Se aconseja a las personas vulnerables que usen equipo de protección.