Meh. Creo que todos tienen pequeños hábitos tontos como ese.
¿Yo? He sido un recolector de sarro toda mi vida. No es porque estoy tratando de inhibir el proceso de curación o infligir dolor sobre mí mismo. Creo que se encuentra entre la fascinación y la molestia, de cualquier forma, esa costra distrae lo suficiente como para llamar mi atención. Primero, me encuentro frotándolo porque tiene una textura tan interesante. Luego empiezo a hurgar, a descubrir qué tan cerca está de caerse. Eventualmente, esos golpes se convierten en picos, ¡y se va la costra! Una vez que se ha ido, puedo volver a lo que sea que estaba haciendo, libre de distracciones …