La felicidad es un tema difícil de cuantificar porque consiste en la experiencia subjetiva del mundo y hasta el momento no tenemos una verdadera ciencia de la felicidad en el mundo moderno. Piénselo: podemos ir a la escuela para obtener un título en casi cualquier cosa, pero ¿hay algún doctorado en los medios y métodos para alcanzar la felicidad?
Muchos estudios de niveles de felicidad autoevaluados en todo el mundo compilados a lo largo del siglo XX sugieren que existe una fuerte correlación entre satisfacer las necesidades básicas y la felicidad. Sin embargo, una vez que se satisfacen las necesidades básicas (una perspectiva que estuvo lejos de ser garantizada para la mayoría de las personas a lo largo de la historia, y un logro que no debe tomarse a la ligera), la correlación va por todas partes. Algunas personas informan que son más felices con más, muchas no. Durante el último siglo, la tendencia general parece haber sido, algo sorprendente, sin cambios, mientras que nuestra riqueza material se ha disparado.
¿Por qué podría ser este el caso? Este es un gran tema de debate en psicología e incluso ha llevado la filosofía oriental a la discusión. Uno es el concepto de la ‘cinta de correr hedónica’. La cinta de correr hedónica argumenta que las personas se ajustan rápidamente a nuevos niveles de bienestar material en sus vidas, y su nivel básico de felicidad general permanece relativamente sin cambios, sin importar cuánto éxito logren. Otro es el clásico concepto budista de la impermanencia: que nada dura para siempre, y que incluso nuestra experiencia momento a momento se caracteriza por un flujo constante de pensamientos, emociones y sensaciones físicas que eventualmente se desvanecen.
Tal vez el ejemplo más poderoso es el comentario interno constante que caracteriza nuestras horas de vigilia (y nuestros sueños), provocando el tipo de respuestas de miedo y enojo que son desproporcionadas con respecto a las circunstancias de vida de la sociedad moderna. Nuestros cerebros antiguos todavía piensan que vivimos como cazadores-recolectores, por lo que respondemos con el mismo tipo de reacciones de lucha o huida a alguien que está en desacuerdo con nosotros en una discusión como lo haríamos si esa misma persona nos atacara con un hacha 40,000 años hace.
Esto es solo una muestra de las opiniones sobre el tema de la felicidad y la modernidad. Pero parece que el problema no es inherentemente uno de las circunstancias externas, sino la experiencia interna de uno. En mi opinión, una de las mayores áreas de progreso en la ciencia en este siglo será la exploración de las verdaderas causas de felicidad duradera, y eso implicará un esfuerzo conjunto entre la neurociencia en constante avance y el área en ciernes de tecnologías diseñadas para medir y cuantificar los estados de bienestar (como la moda wearables, incluyendo las tapas EEG para medir la actividad de ondas cerebrales durante diferentes actividades, máscaras de sueños lúcidos, etc.) y las antiguas y establecidas prácticas proto-científicas de alcanzar niveles extraordinarios de felicidad representados por el budismo y otras tradiciones contemplativas y meditativas.