Esto se debe a que la mayoría de sus dólares de salud no se destinan a pagar la atención médica. Pagan a las compañías de seguros, la administración, los oficiales de facturación, los honorarios legales, los altos salarios, el seguro de indemnización y el “cabildeo” político (AKA soborno y corrupción).
Lo que sobra se destina a la prestación real de asistencia sanitaria.