Su cuerpo físico puede reconocer el estrés que es tan penetrante que no lo reconoce conscientemente como estrés. Los síntomas pueden simular depresión, falta de sueño, un malestar general y se pueden atribuir a algo que no se reconoce conscientemente como estrés. Piense en el estrés como un terremoto: la tensión se acumula silenciosamente en el fondo hasta que hay un evento o condición desencadenante y luego se libera con síntomas y resultados graves.
La mejor manera de prepararse para el estrés es entrenar, hidratar, comer correctamente, dormir correctamente, meditar y hacer ejercicio. Elimine o mitigue lo que está bajo su control y concientemente permita que el resto desaparezca. Una técnica es transferir su estrés al papel: anótelo y déjelo a un lado sabiendo que no hay nada que pueda hacer al respecto. Se necesita práctica, pero es una de las técnicas de afrontamiento que se puede aprender.