Hablaría con ella, ya sea ahora o cuando ella comienza a envejecer y comienza a pasar por la pubertad, y hacerle saber que cambiar a una doctora es una opción. Debería ser su elección, y dependerá de sus opiniones y sentimientos. Muchas mujeres pueden sentirse más cómodas con una médica, pero he tenido el mismo médico de cabecera desde que estaba en cuarto grado (ahora tengo 20). Era un médico fantástico: amable, me escuchaba, nunca me hacía sentir incómodo y siempre me prestaba la mejor atención posible. Nunca hubiera renunciado a un médico tan excelente (dejando de lado el género), y el hecho de que fuera un hombre no me molestó. Confiaba en su profesionalismo lo suficiente para que nunca me sintiera incómodo, incluso cuando hablaba de cuestiones femeninas delicadas.
Mi consejo sería dejar que tu hija decida a medida que envejece. Solo ella puede decir con quién se sentiría más cómoda.