Los consumidores pagarán tanto como les pidas, por cualquier cosa que vendas, si les das suficiente razón para hacerlo.
Lo que necesita preguntarse a sí mismo no es “¿Vale la pena el precio del producto que estoy pidiendo?” Es “¿Creo en el producto lo suficiente como para convencer a alguien de su valor?”
Un buen vendedor es convincente. Un buen vendedor puede mostrarle lo que hace el producto. Le pueden decir cuánto dinero le ahorrará, pueden explicarle todos los beneficios y hasta pueden convertir a algunos prospectos en compradores.
Un gran vendedor no necesita hacer nada de eso. Un gran vendedor sabe que la clave para vender cualquier producto es venderse primero. Cuando esté tan convencido de que lo que tiene que vender mejorará la vida de la otra persona, sin hacer preguntas, esa resolución se extenderá a través de sus palabras y acciones. Hablará tan bien del producto y la grandeza que le ha traído que el prospecto no tendrá otra alternativa que darse cuenta de que si no lo compra, en realidad se está perdiendo algo importante.
Si ingresa en un concesionario Toyota y le pregunta a su vendedor qué es lo que maneja, le dicen: “Oh, conduzco un Honda Civic”. ¿No cree que eso podría alejarlo de comprar un Toyota? Un tipo que se gana la vida vendiendo estos autos ni siquiera comprará uno. Eso dice mucho sobre el vendedor y el producto. Él no cree en su producto.
¡Debes creer!