¿Por qué la gente no ve la contradicción entre permitir que todos los refugiados ingresen a un país y mantener programas sociales como atención médica gratuita?

No hay tal contradicción. Las poblaciones fluctúan naturalmente debido a nacimientos, muertes e inmigración (legal e ilegal). Un país que no podría manejar esa fluctuación sería un país muy frágil e inviable. Los programas sociales como el cuidado de la salud todavía logran existir en muchas grandes naciones, porque están diseñados para tener una interacción sólida con el mundo real.

Los refugiados son un elemento inevitable de la vida. Donde hay guerras, hay refugiados. Y, así como nos negamos a matar bebés pequeños cuando notamos una explosión demográfica (como por ejemplo con los baby boomers y los millennials), también tenemos la obligación de no matar refugiados cuando los notamos cruzando las fronteras de una nación con problemas. Algo tiene que hacerse con ellos. No tenemos la opción de simplemente devolverlos a su patria para que los maten. Entonces las otras naciones del mundo tienen que acogerlos.

Aquí hay un experimento mental: usted tiene dos personas, una es usted y la otra es otra persona. Uno está en un lugar seguro con un hogar, y el otro es un refugiado que desea entrar. Usted puede decidir cómo resolverán las dos personas la situación. Pero no puedes decidir cuál de esas dos personas eres. Tal vez seas la persona con el hogar, y tal vez serás el refugiado. Solo se te informará después de decidir cómo se resolverá la situación. Entonces, ¿cómo resuelves esa situación?

Usted ve, siempre hay refugiados, incluso si no vienen de países extranjeros. En este momento (verano de 2016) tenemos incendios forestales en California e inundaciones en Louisiana. La gente está siendo desplazada. No pueden quedarse donde están, pero donde sea que vayan ejercerán presión sobre los gobiernos locales y las instituciones. Algunos servicios, como el cuidado de la salud, pueden sentir esa presión más que otros. Pero lo que hay que hacer es reforzar esos servicios para acomodar a las personas nuevas, no cancelarlas, o decirles a los refugiados que se vayan a otro lado. En cualquier otro lugar que puedan ir, experimentarán los mismos problemas.

Tenemos que preocuparnos por otras personas. Es por eso que en política, la retórica del egoísmo siempre debe ser combatida. Todos tenemos que dar, ya sea en impuestos o de otras maneras, para garantizar que todos tengamos la mejor oportunidad de supervivencia, felicidad, éxito. Y cuanto más nos alejemos de los demás, más descubriremos que nos quedamos en el frío cuando más necesitamos ayuda y compasión.