Una sauna expande los vasos sanguíneos de la piel y reduce la presión arterial, al menos temporalmente. Pero hay un riesgo: cuando salgas de la sauna y quieras refrescarte, una ducha muy fría o saltar en un lago helado levantará la presión sanguínea y un aumento repentino puede ser perjudicial.
Los pacientes con presión arterial generalmente pueden usar la sauna con seguridad, pero, por ejemplo, si tiene un medicamento bloqueador beta, vale la pena tener cuidado: la caída de la presión arterial puede ser perjudicial.
Por lo tanto, mi consejo es que puede ir normalmente a una sauna, pero evite el enfriamiento repentino y deje que su cuerpo se enfríe pacíficamente.
Y descargo de responsabilidad: no recomiendo una sauna para reemplazar ningún medicamento o instrucción que su médico le haya dado. La sauna puede tener beneficios, pero no es un medicamento para el corazón y las enfermedades vasculares.
