Solía tener una aplicación similar en mi teléfono llamada May Feelings. Fue inspirador ver oraciones de personas literalmente en todo el mundo, y en diferentes idiomas, y uno podía publicar peticiones de oración y responder a las de otras personas.
Después de aproximadamente un mes borré la aplicación: fue agotadora.
Requiere mucho enfoque y energía (mental, emocional y espiritual) orar con devoción; desear realmente para otro lo que necesitan y apelar a él ante Dios.
No diría que las oraciones de la aplicación fueron inútiles, pero creo que es mejor orar primero por las personas en el mundo real antes de orar por las personas que conoces en línea, e incluso entonces, mantenerlo en un grupo pequeño, y evitar usar interfaces que hacen abstracta la devoción.
Al igual que Facebook, hay un aspecto absolutamente reductivo en todas las redes sociales, donde el volumen total de personas diluye el valor de cada individuo, y las detalla y las convierte en comodines para el consumo ocasional, que es la antítesis de lo que debería ser la oración. Debe ser personal y ofrecerse con la especificidad adecuada a la singularidad del destinatario deseado.
“Dios nos ama a cada uno de nosotros como si solo hubiera uno de nosotros”. – San Agustín