El comportamiento de la enfermedad (a menudo llamado “síntomas similares a la gripe”) – fiebre, letargo, disminución del apetito, etc. – no es causado por una enfermedad. Es causado por tu propio cuerpo.
Hay algunas células inmunes que cuelgan cerca de la piel, esperando que algo malo pase. Cuando lo encuentran, envían señales químicas para avisar a otros tipos de células inmunes: “¡Vengan aquí, podrían necesitar ayuda!” También envían esos químicos al torrente sanguíneo, para decirle al cerebro que suba la temperatura (fiebre) y que el cuerpo descanse (letargo, pérdida de apetito).
Básicamente, una fiebre leve significa que la vacuna está funcionando. El sistema inmune está respondiendo como debería, las señales se están apagando y algunas de las células inmunes “recordarán” este patógeno en particular. Esas células de memoria desencadenarán este proceso muy rápidamente si la enfermedad vuelve a aparecer: funcionan tan rápido que no tendrás tiempo para que la enfermedad real te enferme.