¿Las personas que se niegan a vacunarse contra la gripe y luego se enferman deben ponerse en cuarentena para que no enfermen a nadie más?

Creo que la respuesta anónima muestra el punto más válido. Mientras que otros han abordado las implicaciones legales y éticas, me atendré a la razón médica por la que diría “no”.

A diferencia de las vacunas contra enfermedades específicas (sarampión, paperas y rubéola, varicela, difteria y tétanos) que están dirigidas a un virus específico y que, a través de la “inmunidad colectiva”, reducen la incidencia de la enfermedad y protegen a todos, la vacuna contra la influenza es una vacuna combinada, dirigida a las cepas de la gripe que se espera para el próximo año. Ciertamente, no en contra de todos ellos, ya menos que vaya a financiar el cultivo microbiológico de cada persona que contraiga la gripe no sabrá si la vacuna hubiera evitado la enfermedad o no.

Ese es uno de los principales argumentos que muchos trabajadores de la salud tienen contra la vacunación obligatoria de todo el personal de salud. La hoja informativa de este Centro para el Control de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) declara que descubrieron que la vacuna contra la influenza para el año 2015 tiene un 43% de efectividad. ¡La vacuna de 2014 fue solo un 23% efectiva!

Si bien abogno por vacunarse contra la gripe todos los años (y obtuve mi vacuna de 2016 en septiembre cuando estaba disponible), ciertamente no es una protección garantizada contra la gripe. Previene ciertas cepas y protege a aquellos con enfermedades crónicas (o aquellos que trabajan con enfermos crónicos) de ciertas cepas. Si bien es una razón válida para obtener la vacuna, sin duda demuestra por qué enfermarse después de no obtener la vacuna NO amerita poner en cuarentena a alguien en contra de su voluntad.