Cuando las personas de cualquier origen étnico no practican una higiene adecuada, aumenta la propagación de virus y bacterias dañinas y hace que la sociedad sea menos saludable, y no lo contrario.
Al no cubrirnos la nariz y la boca al toser, aumentamos la propagación de gérmenes en las superficies que nos rodean y ayudamos a la propagación de enfermedades como la tuberculosis y la gripe.
Si bien es tentador querer creer que al infectar a todos eventualmente desarrollaremos inmunidad masiva, este no es necesariamente el caso. Por ejemplo, aunque la mayoría de la gente de hoy en día solo tiene una reacción leve al resfriado común, esto es solo el resultado de miles de años de selección natural a través de la muerte de millones de personas cuyo sistema inmunológico no pudo resistir la infección.
En un sentido más amplio, conscientemente no practicar una buena higiene y saneamiento no solo no es saludable, sino que también es poco ético.
