Estrés – lucha o respuesta de vuelo
La forma en que respondes a un desafío también puede ser un tipo de estrés. Parte de su respuesta a un desafío es fisiológico y afecta su estado físico. Cuando te enfrentas a un desafío o una amenaza, tu cuerpo activa recursos para protegerte, ya sea para escaparte lo más rápido que puedas o para luchar.
Si está arriba, en su casa, y comienza un terremoto, cuanto más rápido pueda salir con su familia, más probabilidades tendrá de sobrevivir. Si necesita salvar la vida de alguien durante ese terremoto, levantando un peso pesado que ha caído sobre ellos, necesitará componentes en su cuerpo para ser activados para darle esa fuerza extra, ese empuje adicional.
Nuestra respuesta de lucha o huida es el sistema nervioso simpático de nuestro cuerpo que reacciona a un evento estresante. Nuestro cuerpo produce mayores cantidades de los químicos cortisol, adrenalina y noradrenalina, que desencadenan una frecuencia cardíaca más alta, una mayor preparación muscular, sudoración y estado de alerta; todos estos factores nos ayudan a protegernos en una situación peligrosa o desafiante.
Las funciones corporales no esenciales se ralentizan, como nuestro sistema digestivo e inmunológico cuando estamos en modo de respuesta de lucha o huida. Todos los recursos pueden concentrarse en la respiración rápida, el flujo sanguíneo, el estado de alerta y el uso de los músculos.
Cuando estamos estresados sucede lo siguiente:
¿Puede el estrés prolongado causar el desarrollo de asma?
- Aumenta la presión arterial
- La respiración se vuelve más rápida
- El sistema digestivo se ralentiza
- Aumenta la frecuencia cardíaca
- El sistema inmune baja
- Los músculos se vuelven tensos
- No dormimos (mayor estado de alerta)
La mayoría de nosotros tenemos diferentes interpretaciones de lo que se trata el estrés y lo que importa. Algunos de nosotros nos centramos en lo que nos sucede, como romper un hueso o conseguir un ascenso, mientras que otros piensan más sobre el evento en sí. Lo que realmente importa son nuestros pensamientos sobre las situaciones en las que nos encontramos.
Constantemente evaluamos situaciones que nos confrontan en la vida. Evaluamos cada situación, decidimos si algo es una amenaza, cómo podemos manejarlo y qué recursos podemos usar. Si llegamos a la conclusión de que los recursos requeridos para abordar de manera efectiva una situación están más allá de lo que tenemos disponible, decimos que esa situación es estresante y reaccionamos con una respuesta clásica al estrés. Por otro lado, si decidimos que nuestros recursos y habilidades disponibles son más que suficientes para enfrentar una situación, no nos parece estresante.
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