Los juegos en sí mismos no están hechos de materiales que se hubieran descompuesto todavía. La preocupación inmediata sería:
“¿Qué más está enterrado aquí?”
Sin un muestreo adecuado y pruebas de laboratorio, es imposible saber qué contaminantes residen en el vertedero. Puede haber asbestos, plomo, desechos biológicos peligrosos o cualquier cantidad de otros contaminantes según cómo se usó el vertedero antes y en los 30 años desde que se enterraron los juegos. Aún así, los juegos no son porosos, por lo que una limpieza adecuada debería eliminar cualquier rastro de residuos potencialmente dañinos.