¿Por qué cambias tu paladar cuando estás enfermo?

Si bien la lengua identifica cuatro sabores principales -salty, dulce, ácido y amargo-, su nariz es responsable de los sabores de los síntomas en los alimentos. Cuando tenemos un resfriado, a menudo nuestros sentidos del olfato y el gusto son pateados hacia la acera. Aunque el gusto y el olfato son sentidos separados con sus propios receptores, están estrechamente entrelazados. Su nariz juega un papel importante en los sabores que su lengua puede identificar, y cuando su cavidad nasal se congestiona con moco, puede dejar el sabor de los alimentos tan suave como una tabla. En un nivel básico, es útil pensarlo de esta manera: la nariz y la boca están conectadas. Literalmente, las cavidades nasal y oral se topan entre sí. Es por eso que el moco que obstruye su nariz, que también puede ser el culpable del mal aliento, anula los sabores deliciosos y no tan deliciosos de la comida. La lengua tiene miles de papilas gustativas que identifican los cuatro sabores principales: salado, dulce, ácido y amargo, mientras que las células receptoras olfativas en la cavidad nasal miden los olores que proporcionan los sabores suntuosos en nuestros alimentos. Estas células, cuando se estimulan, envían señales a áreas específicas del cerebro, lo que nos hace conscientes de la percepción del gusto. De esta manera, los mensajes que procesan el gusto y el olfato convergen, dándonos una idea más completa de lo que consumimos.