¿Puedes enseñarte a querer una comida que odias?
¡Sí! Solía ODIO los tomates crudos. El mismo olor a ellos me hizo querer vomitar. Decidí que era absurdo que detestara una fruta tan hermosa, especialmente porque aparece en casi todos los sándwiches. Entonces, cambié lentamente mis papilas…