No lloraba cuando era más joven, pero a partir de los 40 años me desmoronaba y lloraba, a veces en el trabajo cuando trabajaba en la madrugada. Ahora que tengo 50 años, me encuentro llorando todos los días por toda la tristeza y la soledad de mi vida.
Solo desearía haber hecho cosas que otros han hecho, como enamorarme, desarrollar amistades, disfrutar mi juventud. Entonces no es saludable no llorar nunca.