Los sueños son “compromisos” entre nuestra mente consciente, que es funcionalmente una máquina de contar historias, y la mente inconsciente, que es completamente ajena a la narrativa.
Cuando “pensamos” conscientemente sobre los datos que recibimos de varias fuentes, en otras palabras, solo estamos viviendo nuestras vidas, estamos “juntando todo” para darle sentido; a este respecto, estamos ‘narrando’ o convirtiendo el material diverso en historias que significan algo (ya sea que realmente lo hagan o no).
Cuando estamos dormidos, la mente consciente continúa realizando esta función, aunque en modo de suspensión, pero no recibe tanta información del mundo exterior como de adentro. El sistema de la mente inconsciente está haciendo su propio procesamiento, que es imposible de describir, pero se asemeja débilmente a un encadenamiento interminable de “material mental” usando enlaces específicos basados, no en el lenguaje, sino en similitudes (como en un análogo consciente – el ‘ retruécano’). Este encadenamiento interminable parece procesar el material emocional y mental de una manera diferente a nuestros métodos conscientes de “pensar a través de”, que es esencialmente otra forma de describir la “narración de historias”.
El proceso inconsciente sería altamente disruptivo para nuestra mente consciente, y se nos oculta la mayor parte del tiempo, a menos que estemos enfermos. En el sueño puede amenazar con penetrar en nuestra conciencia, pero la mente consciente “lo narra”, produciendo la historia extraña que es el sueño. Al hacerlo, la mente consciente intenta “normalizar” el proceso inconsciente, para que podamos permanecer dormidos, y aunque lógicamente “extraño”, el sueño a menudo parece “normal” según esta definición. Si la mente consciente no logra unir el material inconsciente en un sueño, o nos despertamos, o si no, sufrimos una pesadilla, no un mal sueño, una sensación de temor sin nombre.