¿Puede una enfermedad curar otra enfermedad?

Quizás el ejemplo más notable es la llamada “malarioterapia”, practicada por Julius Wagner-Jauregg, que recibió el premio Nobel en 1927. La malarioterapia se usa para tratar la sífilis terciaria, a través de la infección deliberada del parásito de la malaria. Antes del advenimiento de la penicilina, era el único medio para curar la sífilis.

Otro ejemplo es la viroterapia para el cáncer. Originalmente se identificó que algunos pacientes experimentaron remisión después de infecciones virales. Los ejemplos incluyen una mujer que se recuperó espontáneamente del cáncer de cuello uterino después de recibir la vacuna contra la rabia (una vacuna viva) y varios pacientes con leucemia que se recuperaron después de la infección por la gripe o el sarampión. Desde entonces, existen algunas prácticas para tratar el cáncer mediante la infección deliberada de virus (p. Ej., Sarampión, paperas), pero la mayoría de ellas no tuvieron la misma eficacia. El campo de la viroterapia oncolítica experimentó un renacimiento en la década de 1990, cuando se desarrolló la genética inversa. La genética inversa permite la manipulación directa de genomas virales, lo que hace que los virus sean más seguros y efectivos. La primera viroterapia oncolítica, Imlygic fue aprobada en 2015, y muchas otras están en desarrollo. Ejemplos notables incluyen PVSRIPO y Toca 511 para glioblastoma (ambos ganaron el BTD) y JX594 para carcinoma hepatocelular.