El alcohol es un diurético, lo que significa que provoca una micción excesiva (que funciona a nivel del cerebro). Además, hay una gran cantidad de líquido que está tomando, que en sí mismo contribuye a una mayor formación de orina.
El exceso de orina también conduce a la pérdida de iones, como sodio, potasio, magnesio, etc. Pero el agua perdida en la orina es desproporcionada a la cantidad de iones perdidos (la orina es menos concentrada y parece más clara que amarilla). Eso crea una mayor concentración de iones en la sangre. Para contrarrestar esto, las células empujan el agua que tienen sobre la sangre, reduciendo así la cantidad que ellas mismas tienen, lo que provoca deshidratación y sensación de sed.
