La mayoría de las personas no están interesadas en tener que ver a un médico; aumenta los sentimientos de vulnerabilidad y malestar, además de lo que podría experimentarse en relación con la enfermedad. Hago esta declaración para resaltar el hecho de que tus sentimientos son, hasta cierto punto, normales. El problema reside en cómo te comportas y no en cómo te sientes.
Su pregunta requiere apoyo para motivar un cambio en su comportamiento, pero es difícil hacerlo sin su conocimiento personal. ¿Cómo has cambiado los hábitos en el pasado?
Podría intentar ver su salud de la manera más desacoplada posible.
Supongamos que desarrolla bronquitis y necesita ver al médico para que lo traten. Su respuesta habitual podría ser pensar “No es tan malo, estoy exagerando esto, todo está en mi cabeza”.
Puede pedirle a alguien de confianza, a un “mejor amigo”, que le dé algunos consejos y que haga un contrato con usted mismo para actuar según lo que le digan. Pero tu mejor amigo no siempre estará disponible.
Quizás, en cambio, podrías preguntarte:
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¿Cuáles son algunos de los medicamentos recetados comúnmente para la diabetes mellitus?
¿Cuáles son los riesgos de salud para un adulto que vive a menos de media milla de una autopista?
¿Cómo lidió con el eczema y todos los problemas físicos y emocionales que vienen con él?
- ¿Cuál es la evidencia de que esto está en mi cabeza?
- ¿Cuál es la evidencia de que NO está en mi cabeza?
- ¿Cuál es la evidencia de que he exagerado mis síntomas?
- ¿Qué pasa si minimizar mis síntomas hace que ignore algo muy serio? Por ejemplo, ¿qué pasa si esto no es solo un resfriado o incluso una bronquitis? ¿Qué pasa si se trata de una neumonía?
- Si mi mejor amigo mirara mis respuestas a estas preguntas, ¿qué dirían?
Use la “prueba del mejor amigo” para poner sus pensamientos en parámetros más realistas, y siga los consejos que crea que le brindaría su mejor amigo.