Usted tiene una enorme cantidad de capilares y otros vasos sanguíneos en su cabeza, por lo que nos sonrojamos o sonrojamos cuando experimentamos una fuerte emoción o esfuerzo físico. También es por eso que las heridas en el cuero cabelludo sangran como locas.
Cuando la cara queda expuesta al aire frío, los vasos sanguíneos se contraen para conservar el calor, mientras que al mismo tiempo el metabolismo se acelera para generar más audición interior para proteger la temperatura interna de la caída. La enorme cantidad de nervios en nuestras caras, que nos ayudan a detectar todo tipo de señales para sobrevivir, son más sensibles a estos cambios internos (como lo son nuestras manos) y se sentirán “calientes” porque su piel y sus nervios están respondiendo a el calor extra generado por los trabajos internos de tu cuerpo.