El tratamiento después del diagnóstico a menudo depende del período de incubación y del inóculo necesario para detectar o diagnosticar la enfermedad. Sin embargo, estos varían según los factores del huésped, como la edad, la acidez gástrica y el estado inmunológico.
La fiebre tifoidea es una enfermedad febril con inicio de síntomas de 5 a 21 días después de la ingestión del microorganismo causante en alimentos o agua contaminados. En general, cantidades menores de sustancia para inoculación generalmente se asocian con tiempos de incubación más largos.
La mayoría de los pacientes con fiebre tifoidea presentan dolor abdominal, fiebre y escalofríos.
El tratamiento de la fiebre tifoidea se ha complicado por el desarrollo y la diseminación rápida de organismos tifoideos resistentes a la ampicilina, el trimetoprim-sulfametoxazol y el cloranfenicol. Tales cepas multirresistentes son prevalentes en todo el mundo. Además de esto, la disminución de la susceptibilidad a las fluoroquinolonas clínicamente importantes se ha convertido en un problema importante en todo el mundo, particularmente en Asia. La mayoría de los aislamientos de Salmonella Typhi y Salmonella Paratyphi siguen siendo susceptibles a azitromicina y cefalosporinas de tercera generación.
Por lo tanto, el tratamiento se basa en varios factores y es posible que uno no gane mucho si se detecta temprano, a excepción del tratamiento que se inició temprano y se trató temprano.
